En la interminable cordillera de los Andes, sobre el sol naciente en el oriente que contempla al cóndor majestuoso, se levanta un país vestido de amarillo,
azul y rojo, de olores cafeteros y brisas frescas pero cálidas del mar, donde la fauna y flora es tan exótica como su gente, lugar único donde la ficción y la realidad se confunden en las obras del maestro “Gabo”, donde la belleza de la naturaleza misma se confunde en los pueblos pesqueros del Magdalena, donde las fiestas y carnavales son una excusa perfecta para contagiar fraternidad y alegría en personajes fantásticos como la Marimonda y las Letanías, aquel lugar donde la música se mezcla con la armonía de los sonidos naturales, donde en cada esquina hay alguien diferente pero con el mismo corazón, aquel lugar único donde existe un baile para cada ocasión y para cada quien, aquel lugar donde la gastronomía, un tanto excéntrica a veces, es un deleite para el paladar de todo aquel que lo prueba, aquel lugar donde, realmente, el único riesgo que se correría es enamorarse, en enamorarse de este país de bellos paisajes, de su calidad humana y su diversa cultura, de sus bellas mujeres y exóticas flores, aquel lugar donde no existen los forasteros y las puertas siempre estarán abiertas, aquel lugar,extraño pero a la vez encantador, donde las fronteras poco saben limitar.
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